El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa, también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad y sólo queda la desesperación muda. Y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma
Puesto que soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio
Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nostros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control y podemos confiar plenamente el Él